Tras el desencanto de las pasadas elecciones generales y su triste desenlace nos vemos abocados a volver a votar, quizá sin saber bien para qué.
Viendo los medios de comunicación pudiera parecer que lo que se dirime aquí es la integridad territorial del estado.
Pero lo que realmente rompe España no es la intención soberanista de parte de la población de una Comunidad Autónoma.
No nos damos cuenta de que la verdadera ruptura no se está produciendo en un rincón de la península, sino en todo el país, en todas las provincias, en todas las ciudades, con la creciente desigualdad que hace que la realidad de las cada vez más millonarias élites económicas no tenga nada que ver con el día a día de los cada vez más precarizados trabajadores.
Y es que, en estos meses la situación sigue siendo la misma y los problemas siguen siendo los mismos que antes de las últimas elecciones.